No hago lo que quiero, hago lo que es necesario.



Las lágrimas más amargas que se derramarán sobre nuestra tumba, serán de las palabras no dichas y de la obras inacabadas.
(Harriet Beecher Stowe) 
           





              La noche está mas oscura que de costumbre. Infinito silencio en las calles. El frió cala hasta los huesos. El motor de un coche aparcado, ruge suavemente delatando que existe vida en el interior. Dos sombras de quienes un día fueran felices juntos, se debaten entre un profundo amor y una contenida rabia.  Cristales empañados de desilusiones, cristales empañados de esperanzas perdidas. Un día fueron la pareja perfecta. El la hacia reír. Ella, le reía las gracias. Ella, ponía cordura. El, solamente locura. El, rezumaba juventud, inmadurez, inexperiencia. Ella la sensatez que los años daban. El la quería, ella lo amaba. Ahora aunque insondablemente enamorados, estaban separados por las barreras que ellos mismos habían construido. Ambos habían perdido en este juego llamado relación. Porque lo haces?. Pregunto entre sollozos  la muchacha sin entender a aquel que la había hecho recordar lo que era confianza. Es mejor así, contesto el varón sabiendo que poco a poco se estaba alejando de lo mejor que le había pasado en años. Entre lágrimas y gimoteos ella cogió su cabeza con la fuerza que solo el amor da y miro sus grandes ojos verdes. Sus miradas se fusionaron. De su boca y entrecortadas saldrían las palabras mas sinceras de su vida. TE QUIERO!. El mundo dejo de girar durante un instante. Aquella burbuja que habían creado se lleno de un mayúsculo mutismo. Su pecho latió con mas fuerza que nunca. Pero, porque era así con el?. No se explicaba que alguien lo quisiera tanto, simplemente, siendo el mismo. Que una persona se enamorase de alguien tan extraño, de alguien tan normal. El miedo creció en su corazón con desmedida rapidez. Las palabras se quedaron encasquilladas en su garganta. El nudo que oprimía su cuello, se estrecho. La respuesta que tanto ansiaba la dulce chiquilla, jamás llegaría. Silencio es lo último que él le brindaría. Sus almas se alejaron con aquel triste metálico portazo. El arrepentido chico se preguntaría por siempre el porque de su actuación.

2 comentarios:

  1. Hola!
    Qué final más triste.
    Me gustó mucho el relato porque la idea que transmite es algo que por desgracia se ve día a día.
    Un beso! May R Ayamonte∞

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