Noche de dudas.




Nuestras dudas son traidores que muchas veces nos hacen perder el bien que podríamos ganar si no temiéramos buscarlo.
(William Shakespeare)


           


            Tantas dudas y tan pocas respuestas. Interrogantes que le atormentan desde aquella noche. Que le arrebatan el alma de los brazos de Morfeo. Que le atan. Que le asfixian la garganta impidiéndole respirar. Que le exhalan cada ápice de felicidad. Pero, ¿por qué no resolver esa incertidumbre con una simple pregunta?. ¿Por qué seguir cayendo en ese pozo de agonía pudiendo vomitar aquello que con tanta ansia desea ser respondido?. ¿Por qué no hacerlo fácil?. Duda de ella, sí. Ella, ¿duda de él?.

            La vida de Trevor no había hecho nada más que ir de mal en peor desde aquella fatídica noche. Aquella noche en que luces y sombras se fusionaron. Aquella noche en el que su mujer, amante, confidente y mejor amiga, dejó de serlo.  No comía, apenas si dormía. Su trabajo, ese el cual le sirvió para labrarse una buena reputación, ya no le satisfacía. El atractivo y risueño hombre que una vez fue se había transformado en una gris sombra de esperanzas rotas y promesas sin cumplir. Su antaño enérgica esencia ahora era melancolía y desilusión.

            Amanece. Una habitación cualquiera, de una ciudad cualquiera, alberga a dos personas durmiendo en una enorme cama. Él, despierta empapado en sudor y lágrimas. Otra pesadilla había visitado su descanso nocturno. Otra de esas visiones donde estaba ella, su amada. Pero, ¿otrora esas imágenes que inundaban su cabeza fueron reales?. Como cada mañana durante minutos que parecen horas, él la mira. Ella al otro lado de ese cada vez más grande lecho continúa su descanso. Respiración medida, rostro deslumbrante, una pequeña sonrisa dibujada en su cara. Sí, todo parecía indicar que ella no albergaba nada de culpa en su ser. Acaso, ¿es todo invención de su cruel mente?. Aquella escena que a fuego se grabó en su cabeza, ¿solo es un malentendido?. No, está seguro que lo vio. La muy zorra sabe mentir pero a él no le engaña. Sabe lo que ha hecho. Pero, ¿hasta cuando va a seguir con esta farsa?. ¿Se lo contará algún día?. ¿Y si se lo dice él?. ¿Y si hace lo mismo que ella?. Pero, ¿y si se equivoca?. ¿Y si no?.

            La alarma suena. Ella despierta. Como a diario ella se vuelve y lo besa en el cuello anunciándole los buenos días. Pero hoy es diferente, hoy es el día en el que toda duda quedará resuelta. No puede seguir viviendo atormentado. Es ahora o nunca. Es el todo o el nada. Un coraje ya hace tiempo olvidado renace como ave fénix. La tan esperada pregunta comienza a salir de su boca.

- Tengo que preguntarte una cosa que me está matando. ¿La otra noche….?.


Pesadilla real.

         


Puedes olvidar a aquél con el que has reído pero no a aquél con el que has llorado.

(Khalil Gibrán)
       

       

       Pesadillas que te despiertan en mitad de la noche. Pesadillas que perturban tu existencia hasta límites inauditos. Pesadillas insaciables, inmutables, eternas. Pesadillas devoradoras de sueños. Pesadillas que no dicen nada y lo dicen todo. Pesadillas que un día, de la noche a la mañana, se tornan reales.
            Y así comenzó su historia, con un mal sueño. Empapado en sudor y arrepentimiento, se despertó de nuevo. Pero esta vez no era como otras. El calor que solo da yacer con la persona amada, había desaparecido. Las infinitas caricias con las que se obsequiaban antes de dormir, habían huido. Los besos de buenas noches que se regalaban en el lecho, habían caducado. Esas sensaciones de no estar solo, de tener a alguien a su lado, habían caído en un pozo del que jamás saldrían.
            Se levantó de su sucia jaula. Su cuarto era más oscuro y frio que de costumbre. En su móvil ningún mensaje de cariño. Ninguna llamada perdida de esas que recuerdan que tienes a alguien velando por ti.
            Se dirigió al baño. Su rutina diaria de sentarse durante horas en la taza para leer algún libro de Neruda, de Bécquer, de Benedetti se había transformado en tediosa. Frente al espejo se miró durante minutos que parecieron horas, días, vidas completas. Se preguntaba una y otra vez quien había sido y como de algún modo continuaría siendo. Sus ojos ya no brillaban con el verdor que los caracterizaban. Se habían vuelto negros como una noche sin luna, como un día nublado, como una historia sin nada que contar. Habían dejado de observar aquel mundo que un día amó, para solo mirar.
La ducha que tantas veces le sirvió en el pasado para limpiar su cuerpo y su alma ya no tenia sentido. Fría era la sensación de aquellos chorros en su cuerpo. Gélida la esponja que tantas veces habían usado en sus juegos sexuales. El champú que otrora le hubiera recordado el olor del cabello de su amada, había perdido toda su esencia.
            El trabajo rutinario le esperaba. Pero para qué ir a él se preguntaba. Ya no necesitaba el dinero. Ese que en otra época con arduo esfuerzo habría ganado. Cenas, viajes, hoteles, regalos, cines… todas esos elementos y acciones que forman parte de tener pareja, habían desaparecido.
            Un angosto y largo camino recorrió para volver a su cuarto. Se metió a la cama. Cerró los ojos. Otra pesadilla.

Cuento taurino.




El toreo es el único arte que juega con la muerte.
(Henry de Montherlant)
           



            





               Tras una larga pesadilla, despierta.. Polvo y arena son su única compañía. Un cubículo sin techo, de ladrillo y piedra, veta su libertad, extingue su voluntad. Una gran puerta roja es la única entrada, es la única salida. El sol baña su cuerpo con la intensidad de cualquier día de verano en el sur.
-¿Dónde me encuentro?. Estoy confundido. ¿Qué es esta prisión que me alberga?. No hace mucho, prados infinitos de verde hierba, se extendían bajo mis patas, acomodando mis largos paseos. Y ahora ¿Por qué estoy aquí?. No lo entiendo.
            La confusión y la duda  se apoderaban de su recio cuerpo. Un lejano susurro se acercaba al lugar del cautiverio. Algo dañino empieza a crecer en su interior. Algo que le decía que esos susurros, guiarían su destino, hacia una fatal final.
Extrañas sombras comenzaron a tapar el radiante brillo, de nuestra estrella más importante. Los susurros, ya estaban aquí.
-¿Quiénes sois criaturas?. ¿Por qué me atormentáis?. ¿Qué queréis de mi?.
            Gritaba una y otra vez sin obtener respuesta alguna.  Las sombras desaparecen. La dantesca puerta, se abre. Él, con el ansia de libertad que solo el preso conoce, sale de su encierro. Una gran plaza regada con albero, aparece frente a sus pardos ojos. Las difusas sombras se vuelven materiales. Extrañas criaturas bípedas abarrotan el anfiteatro emitiendo gritos y risas ensordecedoras.
-¿Quiénes sois?.  ¿Qué queréis de mi?.
Un lejano recuerdo vuelve a su mente. Un cuento antaño escuchado. Un cuento acerca de muerte, acerca de salvación.
-Espera, ¿sería este el día?. Aquellas historias que se contaban en mi hogar, ¿serían ciertas?. ¿Hoy será mi último día?. Hoy, ¿yaceré muerto en esta amarilla arena que piso?.

Una vida por otra.



El perdón es la única venganza aprobada por el universo.
(Silvia Schmidt)

           

            


           
         Toda una vida de ilusiones perdidas, de planes sin cumplir, de papeles rotos. Toda una vida de decepciones, de falsos poetas, de caballeros sin armadura ni honor. Toda una vida de incipiente soledad, de sueños ya olvidados, de ángeles sin alas. Toda una vida ya pasada, y estaba a punto de quitársela.
            La noche esta fría, calmada, perpetua. Como un tempano de hielo que ha jurado no derretirse jamás. Las luces de un cutre motel a las afueras del ciudad iluminan el campo de un pervertido color rojizo. No es un lugar en que apetezca quedarse mucho tiempo. Drogadictos, señoritas de compañía, chaperos, eran los tipos de clientes que guardaban su anonimato, en esta cárcel de carretera. Una muchacha cuyo coche acababa de ser aparcado, sale apresurada de la garita donde está ubicada la recepción. La número tres, esa era su habitación, esa misma, que también seria su tumba. Entra a su morada, y con prisa se dirige al baño. Un pequeño cubículo, empapelado con el más horrendo de los estampados, la aguarda. Pone el tapón de la bañera y empieza a llenarla. Vestida, se mete dentro.
-¿Qué hago aquí?. No dejo de atormentarme con esa pregunta cada día. ¿Por qué tanto sufrimiento, tanto dolor?. Acaso, ¿hice algo mal?, ¿quizás en otra existencia?.
¿Quizás, antes mataba gente?, ¿puede que niños?. Si, seguro que eran niños. Por eso el hijodeputa de arriba me ha castigado con esto.